Erase una vez una niña muy buena, todos la querían y ella hacia todo para no perder ese amor, siendo una niña obediente desde pequeña, sin cuestionar, sin reclamar y se sentía feliz cuando la alababan y le decían lo buena niña que era, así que ella siempre seguía igual, ya que temía enormemente perder todo ese cariño. Pero cuando no era felicitada, y era regañada a pesar de esforzarse comprendió que conseguir ciertas cosas eran difíciles, y por vez de esforzarse más, simplemente ya no lo hacia tanto. Siguió siendo felicitada y otras veces regañada, pero ya no era lo mismo, no le importaba. Su vida fue haciéndose mas monótona y rutinaria, solo hacia lo que debía hacer y lo hacia porque ya no sabia que era lo que quería. Había descubierto algo importante, lo vacía que se sentía cada día de su vida y no sabia que hacer para cambiarlo. Ahora solo era una niña triste, que no encontraba la manera de salir de su pozo, que cada día seguía usando la mascara de niña buena, pero cada vez le era mas difícil mantenerla.
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